miércoles, 14 de diciembre de 2016

no son como nosotros 3.



Lo que aquí se narra podría herir la susceptibilidad de algunas personas, no obstante a nosotros nos deja perplejo el contraste entre la sensibilidad hacia el sacrificio animal, y la falta de sensibilidad, en la sociedad actual, ante la explotación de personas que no tienen nada más que su mano de obra para ganarse la vida.

Cuando se supo que Roberto de los Menciños iba de candidato para alcalde, por un importante partido de la  administración gallega, la gente se sorprendió bastante; pero así que arrancó la campaña electoral, la gente maliciosa dio por decir que Mariví tenía un amante en la capital, porque una de las zarzas, que ya era la más mayor de aquellas, cuando iba al hospital provincial acompañada con la hija, habían ido sentadas en el asiento de atrás, el mismo día, en el autobús de la Coruña.
Casualmente Mariví había coincidido con la zarza en el autobús que va a la Coruña, cuando iba a la capital a cerrar el trato, dando a alguien en mano doce mil euros, para que su hermano fuera de candidato para alcalde en el pueblo.
Con la primera pegada de carteles de los partidos políticos, toda la familia de los Menciños se puso en marcha. 

El tío Andrés, de los Menciños, tenía un tractor con el que trabajaba todo el año haciendo distintas labores de campo en la comarca, pero desde San Martín a San Antón* - once de noviembre a diecisiete de enero - era el matarife en las matanzas del cerdo.
Llegaba a la casa donde se iba hacer la matanza a primera hora de la mañana, y después de tomar una copa de aguardiente se dirigía al establo, donde entraba, y con un gancho que clavaba por debajo de la mandíbula del animal lo arrastraba hacia el exterior; ahí era tumbado en una tabla por varios hombres, y sin perder el tiempo le introducía un cuchillo largo entre el cuello y la clavícula, que en su trayecto en el interior del pecho le seccionaba la aorta y partía de manera certera el corazón al animal, que moría en el acto. Hecha esta operación quemaban el animal y lo rascaban para dejarle la piel sin cerdas y al terminar  colgaban el cuerpo del animal en una viga, sujeto por los talones, boca abajo, donde lo abrían en canal para sacarle las vísceras. Una vez limpio quedaba colgado veinticuatro horas. Al día siguiente, el cuerpo bien desangrado y seco por el frio de la noche, era descolgado y se descuartizaba en distintos trozos; unos iban para hacer embutidos o para el congelador, y otras partes, como las patas delanteras y los jamones, para meter en salmuera y después colgar a secar en la bodega. Tenía un ojo especial para tener el tiempo justo en salmuera los jamones, las costillas u otras piezas de carne, o para mezclar la carne picada con el pimentón, el sal y el orégano y hacer la zorza para los chorizos;  ahumaba con laurel y roble los embutidos y ayudaba en otras actividades que pudiera hacerse relacionadas con la matanza. 
Era un personaje muy social, querido por todo el mundo, pues donde iba a trabajar se paraba detenidamente en la bodega de cada casa, cobrando muchas veces con el vino servido el trabajo realizado.

Siendo las elecciones en el mes de mayo, el tío Andrés, montado en su tractor, no paró de trabajar durante todos los días que duró la campaña electoral, y visitó todas las casas de la comarca recordando sus trabajos realizados y pidiendo el voto para su sobrino," que era incapaz de hacer daño a nadie."
Llegado el día de las votaciones, aunque el tío Andrés no fue a votar, que se olvidó, Roberto fue elegido alcalde por aplastante mayoría.




mvf.

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