martes, 23 de abril de 2013

primavera 2

Aquel domingo de primavera el campo de fútbol se llenó de gente de fuera, llegada de la capital, que vino acompañando a su equipo de futbol para jugar un partido contra el equipo del pueblo y nosotros, todos los vecinos, estábamos en las gradas para animar a los nuestros.
Era un día radiante de primavera y el campo de fútbol se veía como un cielo verde estrellado de margaritas.
El equipo visitante ya había salido al campo de fútbol. Llegaron en autobús de la capital y después de cambiarse salieron al campo para correr y desentumecerse del viaje.

Nosotras nos reíamos desde el palco viendo los saltos y las que carreras que echaban entre ellos, con sus pantalones cortos y sus camisetas de deporte. "Estan calentando", decíamos.

Estábamos en la edad. 

 
Llevaron al campo una cesta de la que quitaron varias pelotas para entrenarse y se las pasaban unos a otros en pequeños grupos. 

Se veía que eran chicos de la capital y tenían más dinero; no eran como los nuestros que tenían una sola pelota pero luchaban y peleaban: se daban canillas y se hacían zancadillas, para dar patadas en ella, como locos.
Entre todos los chichos de fuera que respondían a nuestras miradas, mostrando sus habilidades con los balones de fútbol para llamarnos la atención, sobresalia uno más alto, delgado y apuesto y rubio, que saltaba en medio del campo dando patadas en el aire.

 -  Mira, mira, mira que piernas tiene ese.
Dijo una, mientras con el brazo estirado, señalaba con el dedo al medio del campo.
- Ese me lo echaba yo encima y le apretaba bien el culo.
- A ver si se va poner tieso y te hace un agujero - le respondía la compañera de al lado dando una carcajada.
Estábamos en la edad.
- Pues yo al salir de aquí voy ir al san Antonio y pedirle para esta tarde a ese para mi - dijo la del dedo.
Todas nos echamos a reír; un chico para la tarde, "eso era broma" porque esas cosas cuando se piensan hacer no se le dice a nadie.
Cuando se hicieron esperar lo suficiente, empezaron a salir los jugadores del equipo profesional de nuestro pueblo al campo de fútbol. Allí salían: Juan y Matías, los dos Garcia que eran hermanos y trabajaban de albañiles; el verrugas, el electricista … Callamos todas un momento. 

Alguien, en medio del campo, vestido de negro, tocó el silbato señalando el comienzo del partido de futbol. Entonces, de repente,  nos dimos cuenta de que los "visitantes "  estaban pisando nuestras margaritas …
y empezamos a gritar como locas.


 mvf



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