martes, 9 de octubre de 2012

El encierro, en el ayuntamiento, de marise


Cuando la concejala aún no era la concejala, se llamaba marisa. Marisa era una de esas mujeres menuditas, nerviosas, cargada de vida, que siempre estaba pendientes de agradar a todo el mundo y buscar su felicidad - hasta que cambió. De niña era la primera siempre en participar cuando se organizaba una recolecta  de ropa para los necesitados, o para pedir donativos para los pobres o para enviar dinero a los niños de los países subdesarrollados... 
Cuando marchó a la universidad y regresó, la cosa cambió de carácter, entonces organizaba protestas porque pusieran luces en el paseo, o porque hacía falta un pediatra,protestas pidiendo la gratuidad del transporte escolar, o para que abrieran un conservatorio ... claro que con el tiempo la cosa cambió de nuevo y se convertiría en protesta para que no nos quitaran un medico y nos dejasen otro compartido con otro pueblo, para que no suprimiesen dos conserjes ni quitasen la calefacción de los colegios, para que no quitaran la ayuda para libros de familias necesitadas ...

De aquellas, un día marisa me llamó por teléfono y me dijo:- ¿ marise, te acuerdas el manantial de agua del campo del lobo ?, - * se llamaba así en nuestro pueblo, una zona del comunal al monte, donde tiempos antes era uno de los pocos reductos de lobos y otros animales en la comarca.
-¿ Si, que pasa ? - , le respondí
- Bueno, pues lo ha cerrado un alemán que está haciendo un chalet, impidiendo que los vecinos,cuando suben con el ganado al monte, que puedan abrevar sus animales allí.
-¿ Pero como puede ser eso ?- , le pregunte, y marisa me respondió:
- Dicen que el ayuntamiento tenía deudas con él y le han dado un terreno con el manantial en compensación.
- ! Pero si eso es comunal del pueblo de toda la vida ¡- exclamé - ¿ no pueden entregar de las propiedades del ayuntamiento ni reducir gastos ? , que viven a todo tren .
Bueno-, dijo marisa - ¿ tu me ayudarias a movilizar a la gente y organizar una protesta llevando un escrito al ayuntamiento y denunciarlo a la prensa ?
Son las diez de la mañana, los teléfonos habían estado funcionando todo día anterior. Como era una cosa del pueblo estábamos todas unidas. Después de haber bajado en coche y reunirse en una carballeira* robledal donde está el campo de la fiesta, una comitiva de vecinas de nuestro pueblo y de los alrededores, se acercan al ayuntamiento del pueblo.
Llevan pancartas y letreros, que denuncian el uso de terrenos del comunal y el cierre del manantial en el campo del lobo.
Al llegar, los municipales, que ya estaban sobre aviso, se ponen ocupando la entrada del ayuntamiento para impedir el acceso de las vecinas. Después de unas discusiones, las mujeres se instalan con la pancarta en la plaza del pueblo enfrente del ayuntamiento.
Esa mañana hace sol y el sol comienza apretar. Marise que está en una punta de la pancarta tira de ella arrastrando a sus compañeras, para ponerse bajo la sombra que da la pared del edificio del ayuntamiento. Los municipales no las quieren dejar arrimarse a la pared buscando cobijo, porque pretenden que el calor disperse a las mujeres, pero sus esfuerzos son inútiles. Y cuando se dan cuenta, son ellos los que están en medio de la plaza, enfrente del ayuntamiento, con las mujeres y la pancarta impidiendo la entrada en el ayuntamiento.
De repente, ante la perplejidad de los agentes, como si fuese el agua que desaparece por el desagüe de un fregadero, la masa de mujeres comienza a disminuir hasta que finalmente la entrada del ayuntamiento se traga también la pancarta y las personas que la sujetaban. Han tomado el ayuntamiento.

Los municipales llaman por teléfono para informar al alcalde, que al oir los gritos de las mujeres al entrar, en ese momento está huyendo por la parte detrás del consistorio para evitar a las manifestantes.

Las mujeres han tomado posiciones en el vestíbulo del ayuntamiento donde están todas reunidas y como tenían tramado comienzan un encierro de protesta por el cierre del manantial del monte del lobo. Mientras tanto Marisa y marise se dirigen al despacho del alcalde, en la planta superior del edificio, para entregar un escrito de protesta, con las firmas recogidas de los vecinos del pueblo. Como no está preguntan por el secretario del ayuntamiento, un funcionario les dice que el secretario a pedido el día libre y cuando quieren darle entrada al escrito de denuncia al ayuntamiento , les dicen que el sello del registro de entrada ha desaparecido. Discuten hasta que finalmente el registro es aceptado por el funcionario que escribe el recibí a tal de tal del taltal, a mano, comprometiéndose a darle entrada cuando aparezca el sello de registro, porque una de las encerradas era su mujer y fue duramente amenazado.
Después, nuestras heroínas regresan al vestíbulo y luego de informar a las manifestadas, se ponen en contacto telefónico con los medios de comunicación quienes le prometen venir hacer unas fotos si dan encontrado el lugar.
Ahora, como tenían previsto, se sientan y continua su encierro de protesta esperando ser desalojadas pronto del consistorio por las fuerzas del orden locales.
Ya son las dos del mediodía y las mujeres comienzan a estar intranquilas porque esperaban ser expulsadas del ayuntamiento antes de la hora de comer
Una de las encerradas pregunta a marise: - ¿ y no nos expulsaran ya ?, porque yo dejé la ropa en la lavadora y cuando llegue va estar toda arrugada.

Como ya es la hora de comer se encargan bocadillos para cada una, pero cuando tardan en llegar descubren que el pedido ha sido interceptado en la entrada por los agentes municipales; y para que no puedan introducir los bocadillos a las insurrectas, al interior del edificio, los municipales se hayan apostados custodiando las ventanas, para que no puedan entrar por ahí los bocadillos.
Hablan con representantes de la oposición si pudieran pasar los bocadillos al acceder a sus locales en el consistorio, pero ninguno de ellos accede, total también ellos han votado el acuerdo del alemán.* yo no digo que los representantes de los partidos no sean dignos para votar pero si que los que han participado en acuerdos ruinosos para los intereses de los ciudadanos, excusan de volver presentarse por su partido político.
Finalmente la señora que viene hacer la limpieza por la tarde les entra la bolsa con los bocadillos.
Se saluda con agradecimiento la llegada de la bolsa y se reparten los bocadillos. Un silencio se hace en el vestíbulo mientras se comen con avidez. Al acabar, una de las encerradas pregunta si se puede pedir otro bocadillo. Todas se ríen, Es una risa sardónica, como la del que se levanta riéndose con todos los que se ríen de él, después de tropezar y caer, porque ya daban las cuatro y contaban que la policía les echaría del ayuntamiento en seguida y podrían estar de regreso en sus casas a las dos para comer.
Marise pregunta a su amiga Marisa si tendrán para mucho tiempo y esta preocupada le responde :
- No sé marise, estos son tan ruines que no sé si no nos dejaran que quedemos encerradas todas aquí hasta mañana.

Son las seis de la tarde. El alcalde aparece con su coche, aparcando al lado del ayuntamiento, del que baja su mujer que le venía riñendo. Al bajar del coche la mujer se dirige al ayuntamiento increpando a los municipales, y a las encerradas para que se vayan del ayuntamiento.
Ya en el interior los municipales al ver entrar a la mujer del alcalde gritando y amenazando, y temiendo que se desatase la furia de las presentes contra ella, hacen una cadena humana enfrente de las mujeres encerradas en el vestíbulo mientras la mujer del alcalde, indignada con los municipales. les comienza a gritar.
- A mi, a mi, me tenéis que rodear a mi ... para que no les pegue.
Cuando todo se tranquilizó, finalmente se logra un acuerdo, para que la limpiadora pudiera hacer su trabajo, y las mujeres que realizaban el encierro son desalojadas voluntariamente del ayuntamiento.
Fuera, en la calle, los familiares que esperaban a sus mujeres, algunos transeúntes curiosos y las gaviotas que volaban esa tarde victoriosa sobre el cielo, les hacen coro dando gritos de jubilo mientras van saliendo. Orgullosas todas se sienten hermanadas después de la jornada.
Ya cuando regresan en sus coches para sus casas, de repente el coche que va delante del vehículo de marise, se para y pone las luces de emergencia.
Marise detiene su coche, y detrás se paran otros dos vehículos de la dispersa comitiva de regreso.
Alguien baja del coche de delante y se acerca al auto de marise. Marise baja la ventanilla para escuchar lo que le vienen a decir : - ! Marise, me he dejado el bolso dentro del ayuntamiento ¡.


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